lunes, 23 de noviembre de 2009
Náufrago de corbata
Siempre fue un irreverente, desde el minuto cero. Incluso antes. Le gustaba mezclar salado y dulce, alegría y tristeza. Toda contraposición era su motivo último de vida. Pero hasta hace poco se hacía creer a sí mismo que era uno más, que sus espasmódicas enajenaciones transitorias eran un divertido episodio en la vida propia y ajena.
Ahora su aspecto físico lo delata. Mezcla lo peligroso, lo arriesgado... Consume ansiolíticos al mismo tiempo que ingiere cafés y otros estimulantes. Se deja barba mientras las corbatas son una prenda cotidiana. Se queja de que no tiene tiempo y se embarca en más proyectos. Tiene sed pero no bebe. Hambre de vida pero no vive. Odia el tabaco y fuma. Vaya. No ha usado ningún pero aunque vive su vida subordinado a la dichosa conjunción que disjunciona su vida. Paradojas.
No tiene personalidad, se resigna y se deja arrastrar por el paso de los días. Su única diversión está cayendo en el olvido. Como él para sí mismo. No en vano, es un náufrago. Náufrago de la vida, del todo y de la nada. Y lo peor. Náufrago de sí mismo. Cuando nada te queda.
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y cuanto más te quejas porque tienes que trabajar, más trabajo te buscas. Es tu sino. Eres así, no lo puedes evitar y aunque pudieses, no lo harías.
ResponderEliminarPero a muchos nos das la vida.
A felicidade é a conxunción dos logros e a calma. O resto é renunciar a estar ben cun mesmo nalgún dos dous sentidos.
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