Que los sentimientos valen más que las palabras es algo que, a estas alturas, todos sabemos. De hecho, abundan las reflexiones como "vale más una imagen que mil palabras", que dejan bien claro que las palabras no son más que vehículos de canalización de lo que sentimos, pero también de lo que podemos fingir, o solo de bailar el agua al otro.
Saber qué decir y cuándo confesarlo. Ésa es la clave. Y es entonces cuándo la nostalgia me lleva a visitar fotos, a leer textos, a comprobar que hubo un tiempo en que era necesario. Un instante en que alguien me hacía existir solo por pensar en mí. Solo, digo. Qué iluso. Es lo más grande que puede pasar.
No transitar de puntillas por la vida. No marcharte sin dejar huella. No resultar indiferente.
Aunque para ti no seas más que un vulgar indiferente. O mejor dicho, un vulgar y un indiferente.
sábado, 17 de enero de 2009
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O día en que un se é indiferente a si mesmo quere dicir que vai polo mal camiño. Pasar pola vida sen deixar pegada é malgastar a vida!
ResponderEliminarSalvemos o maior obstáculo humano: a inmortalidade!
No sé hasta qué punto alguien podría existir sin existir. En el fondo, todos nos quedamos; aunque sea un poco, aunque no lo notemos y aunque creamos que no.
ResponderEliminarpor cierto, ¿tú visitas mi blog? ¬¬
ResponderEliminarmi última entrada te va a gustar,
ResponderEliminares un homenaje a la más grande.