Con la llegada de cada 31 de Diciembre se suceden los brindis, las despedidas, los buenos deseos… Pero, lo peor, hacer un balance sobre el año transcurrido parece tarea ineludible.
Y así he llegado a la conclusión de que el año 2010 ha sido, al mismo tiempo, expansivo y recesivo. Expansivo porque he logrado ciertas metas, quizás las más fáciles, como terminar la segunda carrera, culminar el máster, adquirir más propiedades (el coche, por ejemplo)…
… pero también Recesivo. Recesivo porque no he avanzado en la construcción de una personalidad, en saber aparcar el trabajo cuando toca hacerlo, en calmarme, en relajarme. Si me apuráis, diría que en lo fundamental ha sido recesivo. Con lo cual, qué me queda. ¿La superficialidad? Es como si fuera un todo para mí y por mí, pero sin mí.
Este año ha tenido muchos nombres propios, tanto el de los que han llegado para quedarse (fotógrafos, ex jefes de prensa de Papito…), los que han vuelto y, sobre todo, todos los que habéis sobrevivido. Mejor dicho, me habéis sobrevivido. A todos vosotros, gracias. Nos vemos en 2011.