domingo, 3 de enero de 2010

¿Amistad o simpatía?

¿Nunca ha sentido una súbita necesidad de simpatía, de ayuda, de amistad? Sí, por supuesto. Yo he aprendido a contentarme con la simpatía. Es más fácil de encontrar y además no compromete a nada (...)
La amistad es menos simple. Se alcanza con dificultad y tiempo, pero cuando se consigue ya no hay manera de deshacerse de ella, hay que afrontarla. Aunque no vaya a creerse que sus amigos le telefonearán todas las noches, como deberían hacerlo, para averiguar si se trata precisamente de la noche en que tiene pensado suicidarse, o simplemente para saber si necesita compañía, o si tiene ganas de salir. No, pierda usted cuidado, si telefonean será la noche en que no está usted solo, cuando la vida es bella. Antes bien, le empujarían al suicidio en virtud de lo que uno se debe a ´si mismo, según ellos. ¡El cielo nos guarde, estimado caballero, de los amigos que nos ponen por las nubes!
Y respecto a aquellos cuya función es amarnos, quiero decir los familiares, los allegados, ésa es otra canción. Siempre tienen la palabra justa, pero es como la palabra que da en el blanco: telefonean como quien tira con carabina. Y saben apuntar.

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